El diagnóstico de laboratorio de microbiología se basa completamente en la recuperación de aislados bacterianos de muestras clínicas (Gizzie y Adukwu; 2016). En el contexto de esta declaración, y dada la mayor conciencia de la importancia de la fase preanalítica del procesamiento de muestras, la importancia de seleccionar el dispositivo de recolección más apropiado es primordial. El fracaso puede provocar un diagnóstico erróneo del paciente y un tratamiento inadecuado.

El flujo de trabajo de microbiología se puede dividir en tres fases distintas, es decir, (i) preanalítica, (ii) análisis y (iii) posanalítica. El rendimiento óptimo de los pasos posteriores está directamente relacionado con el rendimiento de las etapas anteriores. Por lo tanto, si el paso preanalítico se realiza con una calidad subóptima, incluso los más altos estándares de gestión de calidad de laboratorio y / o automatización no compensarán los defectos iniciales y esto podría conducir a un tratamiento inadecuado del paciente.

El proceso aparentemente simple de recolección de muestras mediante técnicas de hisopo es en realidad muy complejo. Está influenciado por una amplia gama de parámetros que podrían cambiar en gran medida el resultado de la investigación microbiológica y, lo que es más importante, su sensibilidad.

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